lunes, 21 de septiembre de 2009

Preocupa el turismo cinegético

El turismo es una de las industrias de mayor crecimiento en los últimos años. La diversidad de nuestros paisajes ofrece numerosas alternativas para la creciente oleada de visitantes de distintas latitudes. Contemplación de bellezas naturales, turismo aventura o cultural, son algunas de las variantes más frecuentes.

Sin embargo, resulta preocupante el crecimiento del llamado turismo cinegético. Un negocio organizado por empresas no siempre habilitadas, que ofrecen la caza de hasta tres mil individuos de aves silvestres por día.

Usualmente los cazadores provienen de países como Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Italia y España, donde estas cacerías ilimitadas están absolutamente prohibidas. En internet es fácil comprobar que se ofrecen como“presas garantizadas” especies cuya caza está absolutamente prohibida por nuestras normas.

Si bien las empresas que comercializan este “atractivo” aducen que algunas de esas aves pueden ser consideradas plagas, no es correcto generalizar esta categoría. Por el contrario, es necesario estudiar cada caso concreto, supervisando si efectivamente ocasionan daños a los productores y, en tal caso, analizar las formas de paliar la situación de modo de evitar matanzas indiscriminadas. Es sabido que en las jornadas de cacería organizadas por estas empresas no hay una distinción de las especies a batir y en general todo lo que vuela se transforma en un blanco.

Esta actividad está afectando ecosistemas que apenas conocemos, como nuestra estepa patagónica o el litoral mesopotámico, que ya sufren otros problemas de conservación, y poseen sistemas de áreas naturales protegidas que hay que fortalecer y no debilitar. Se puede dar el caso paradójico de que una bandada que pueda contemplarse en un Parque Nacional como especie emblemática sea ultimada al traspasar los límites de la reserva y sobrevolar alguna de las estancias donde se practica esta actividad.

Las últimas estimaciones de Aves Argentinas indican que son 120 las especies de aves silvestres en riesgo de extinción en nuestro país. Es por eso que resulta imprescindible monitorear de cerca el desarrollo de esta actividad, y supervisar las especies sobre las que se desarrolla, el cumplimiento de las cuotas diarias y la idoneidad de las empresas del rubro.

Al tiempo, sería vital que desde la Secretaría de Turismo de la Nación y las oficinas provinciales, se promueva con mayor insistencia una alternativa no extractiva de turismo en la naturaleza, como lo es la observación de aves o birdwatching, que es compatible con la conservación de las especies y respeta esos recursos para el disfrute de las futuras generaciones. Esta actividad genera importantes recursos económicos para el país de un modo más sustentable. Por ejemplo, en los Estados Unidos, ha generado en el año 2001 un movimiento de 46 millones de observadores de aves que movilizaron 32 mil millones de dólares observando y fotografiando aves silvestres. Atraer a nuestro país a esos contingentes de turistas especializados, puede ser un buen comienzo para dar respuesta a esta inquietud.

En definitiva, las mil especies de aves argentinas, representantes de nuestro extraordinario patrimonio natural, esperan que las soluciones de nuestros dirigentes también tengan vuelo.

Aves en Río Negro

La conservación de la naturaleza tiene en la creación de áreas protegidas uno de sus principales aliados. Por este motivo, la federación BirdLife International impulsa el programa global Áreas Importantes para la Conservación de las Aves, que viene identificando unos 15.000 sitios claves para la conservación de las aves y ambientes del planeta.

Aves Argentinas está coordinando esfuerzos colectivos que arrojan una información esperanzadora: nuestro país aún cuenta con 273 áreas valiosas para las aves, conocidas como AICAS o IBAs, por sus siglas en inglés. Sin embargo, no todas ellas están protegidas y ello es imprescindible si queremos fortalecer, por ejemplo, la industria del turismo ornitológico que la Argentina ha comenzado a promover recientemente.

En nuestra Patagonia, por ejemplo, la provincia de Río Negro cuenta con cinco de estas áreas, que son los sitios locales de mayor biodiversidad. Cuatro de ellas están legalmente amparadas; la única que aún no lo está, casualmente se llama El Cóndor.

Ubicada en la desembocadura del río Negro y próximo al balneario conocido como Villa Marítima El Cóndor, cuenta con la mayor riqueza de aves del nordeste de la Patagonia: 164 especies, de las cuales nueve están globalmente amenazadas, como el ñandú, el pingüino patagónico, el albatros de ceja negra, el petrel gigante, el flamenco austral, el cauquén colorado, la gaviota cangrejera, el cardenal amarillo y la loica pampeana.
Por otro lado, a lo largo de 12 km de acantilados, se alberga una colonia mixta de nidificación para loros barranqueros, golondrinas y diversas aves rapaces diurnas y nocturnas, que cumplen roles claves en los ecosistemas. Este espectáculo natural incluye el sitio de reproducción de loros más grande del mundo, sumando unas 35.000 parejas.

El valor paleontológico de estos acantilados, con pisadas fósiles de los caballos más antiguos de América del Sur e importantes poblaciones de mamíferos marinos como las franciscanas, toninas overas, orcas y lobos marinos hacen, de El Cóndor, una de las cuatro regiones naturales más importante de la costa patagónica, comparable a Península Valdés, Punta Tombo o Cabo Vírgenes.

Sin embargo, esta área maravillosa se encuentra sujeta a una serie de amenazas, como el desmonte y una demanda creciente de loteos y urbanización no planificada, que además genera la construcción de nuevas bajadas a lo largo de los acantilados.

Sería deseable que el proyecto de declaración del AICA El Cóndor como Área Natural Protegida, hoy en discusión en la legislatura rionegrina, pueda ser prontamente aprobado.

De ser así Río Negro pasaría a ser la primera provincia patagónica de la Argentina, y una de las primeras del país, en tener todas sus áreas importantes para la conservación de las aves legalmente protegidas. Una decisión atinada, que sería celebrada por la comunidad local e internacional y por los miles de veraneantes que ya eligieron a Río Negro como un destino frecuente y que, anualmente, exigen playas limpias y un entorno en armonía con la naturaleza.

sábado, 19 de septiembre de 2009

Horizontes gauchos

Pampa:
Yo sé que te desgarran
surco y callejones y el viento que te cambia.
Pampa sufrida y macha que ya estás en los cielos.
J.L Borges

Es uno de los ambientes que más nos identifica. Pero nuestras llanuras centrales, humus del desarrollo rioplatense, son también los escenarios más impactados del país. Sufrieron extinciones locales, presiones de canales, rutas, emprendimientos inmobiliarios, ciudades enteras y son los menos protegidos.

Pero hay también respiros. La creación del Parque Nacional Campos del Tuyú, mérito de la Fundación Vida Silvestre que donó a la Administración de Parques Nacionales, es uno. La concreción de la Reserva Natural Militar Dragones de Malvinas, próxima a la Reserva Natural Mar Chiquita, también en la provincia de Buenos Aires, es otro. La experiencia de traslocación de venados de las pampas en el Iberá por Conservation Land Trust, un tercero.

Y otro respiro, integrador, lo es la Alianza del Pastizal, un colectivo impulsado por los socios de BirdLife International que promueve conservar los pastizales naturales y su biodiversidad en Uruguay, Paraguay, Brasil y la Argentina a través de acciones coordinadas entre diferentes sectores de la sociedad en el marco de un desarrollo armónico y sustentable de la región.

Próximamente, se organizará en Paraguay el III Encuentro de Ganaderos de Pastizales Naturales del Cono Sur; en el 2010, un encuentro similar orientado a los arroceros de la región. Y en paralelo organizamos censos de aves silvestres que usan los pastizales, impulsamos prácticas agronómicas para mejorar parcelas para las aves y promovemos reservas naturales privadas en algunos sitios claves.

Estoy seguro de que al visitar el sitio www.pastizalesdelconosur.org sentirás igual entusiasmo que Aves Argentinas al comenzar esta movida. Hoy pensamos que esta Alianza, originada en BirdLife International, debe convertirse en una asamblea por los pastizales, incorporando nuevos actores claves, públicos y privados.

Necesitamos más que nunca ingredientes que escasean de las alacenas: agencias públicas fortalecidas y productores motivados por la conservación. Las primeras, salvo excepciones, han sido históricamente desatendidas y escondidas debajo de las alfombras de los organigramas; y los segundos, aunque existen, son pocos los realmente convencidos y el sector hoy está concentrado en las demandas por todos conocidas.

Pese a ello, y por la tozudez de nuestros 93 años, insistimos. Y hemos identificado predios y productores en Gualeguaychú (Entre Ríos), San Javier (Santa Fe) y Aguapey (Corrientes) que se convertirán en aliados del Tordo Amarillo, del Charlatán o la Monjita Dominica. Y, a través de convenios ya firmados, nos están abriendo tranqueras para implementar prácticas agronómicas monitoreadas por nuestro equipo de conservación y generar modelos replicables que impulsen el desarrollo incorporando variables ambientales que mejoren el hábitat de especies pampas. Una novedad como entidad ornitológica, pero una necesidad como entidad conservacionista, si queremos realmente garantizar pastizales.

Será lindo, entonces, en nuestras salidas de observación o degustando carnes producidas a campo natural acompañadas de arroz amigo de las aves, sentir que también nos queda pampa en la tierra y no solamente en los laberintos estelares que imaginaba aquel escritor argentino.

Andrés Bosso

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Tango, mensaje de la selva de cemento

Gardel, Troilo, Pugliese, Piazzolla.

Nostalgias, amores, desengaños. Vieja, barrio, puñalada, percal, truco. Esquina gris. Tarde gris. Alma gris.

Y bandoneón. Arrugado resoplido reo de la noche arrabalera. Noche pinzada con estrellas de nácar. Farol sibilante de Buenos Aires.

El tango es negro.
Usina de acordes negros que agitan la savia negra de las calles del barrio. Savia negra que nutre el árbol canyengue. Con raíces de adoquín que crecen enredándose en el taconeo zigzagueante de guapos y mireyas. La noche va y viene y el baile le da su lustre de luna al charol ya brilloso.

Y la savia fluye negra por el encaje negro. Y escala el cuerpo ciñendo la figura de mujer, moldeada en humus exquisito, y brota en ojos negros, pelo negro, traje negro. Farol negro.

El tango brilla.
Brilla el charol, brilla el cuchillo. Brilla la vía acerada del tranvía lejano.

El tango es guapo.
Quizá compadritos orilleros despojados de su honor por la daga de una luna creciente, se desangraron sobre las trochas y tiñeron el suelo, antes negro, del color que es en la selva. Y chillantes tranvías repartieron con su vaivén el mensaje primitivo, pretérito, herrumbroso, por toda la ciudad. Y nació la selva de cemento. Violencia, bravura, hidalguía, guerrilla, malevaje.

Y entre el humo de una Buenos Aires ya turbia, entre el vapor de la olla del convento, el bandoneón nos sigue dando su respiración jadeante. Y el jadeo es también una resistencia al silencio; y el baile quebrado una bocanada refrescante para el ambiente.

Tango.
Que siempre se extingue, que siempre resurge. Es el alma de Buenos Aires. La savia pasional del río de la Plata.

lunes, 7 de septiembre de 2009

El Macá Tobiano en problemas

Nuestra Patagonia es uno de los escenarios silvestres más extraordinarios del planeta. Es bien sabido que su singular diversidad biológica y sus paisajes inigualables han generado el interés de aventureros, investigadores y turistas que recorren grandes distancias en su afán por conectarse con esta tierra mágica. Además, industrias como la energética, la pesquera y la ganadería ovina tienen en estas tierras australes grandes extensiones donde desarrollarse.

Años atrás se elaboró un indicador de desarrollo global que conjuga variables para determinar la calidad de vida de las naciones. Entre ellas figura el número de especies de aves silvestres amenazadas en un país, región o provincia.

Esfuerzos recientes de Aves Argentinas y la Secretaría de Ambiente de la Nación indican que el número de especies de aves silvestres amenazadas de nuestro país se viene incrementando. Una de ellas es el Macá Tobiano. Este zambullidor, descripto para la ciencia hace solo 35 años, es endémico de la Argentina y exclusivo de la provincia de Santa Cruz. Durante el verano habita increíbles lagunas ubicadas en mesetas volcánicas del oeste de la provincia e inverna en los maravillosos estuarios de ríos que desembocan en el Mar Argentino.

En una reciente campaña impulsada por la organización no gubernamental local Ambiente Sur y respaldada por Pro Natura de Japón y Aves Argentinas, sus integrantes han tenido la sorpresa de comprobar en el terreno una sospecha que venían alimentando en los últimos años: las poblaciones de Macá Tobiano están declinando aceleradamente. Los investigadores, que recorrieron exhaustivamente la geografía de las mesetas de los lagos Buenos Aires y Strobel, habrían estimado que la reducción poblacional sería de al menos un 50 %, siendo ya una especie infrecuente o ausente en muchos de los cuerpos de agua donde otrora solía nidificar o concentrarse en agrupaciones de varios cientos de individuos.

El desecamiento de un cantidad importante de cuerpos de agua, la introducción de truchas exóticas que podrían estar modificando las condiciones de su hábitat, la voladura de suelos y el evidente impacto en la región que ocasionara la erupción del volcán Hudson hace 17 años, podrían estar conspirando contra el futuro de esta especie que, en la década de 1980, fue una de las principales banderas conservacionistas.

Considerando que la fauna silvestre es propiedad de los estados provinciales y que el Macá Tobiano ha sido declarado monumento natural provincial, sería altamente deseable que la provincia de Santa Cruz asuma el liderazgo en la toma de medidas concretas para crear áreas naturales protegidas que incluyan los cuerpos de agua habitados por esta especie, como parte de un plan de acción en el que seguramente las siempre presentes entidades de la sociedad civil no dudarán en acompañar.

Esa misma sociedad santacruceña que por sentirse identificada con esta especie ha bautizado con el nombre Macá Tobiano a clubes deportivos y a diferentes comercios, y miles de observadores de aves que recorren la Argentina y colaboran con las economías regionales, también aplaudirán medidas que den respiro a nuestra naturaleza. Máxime si, como decíamos al principio, ese respiro también mejora nuestro perfil como sociedad desarrollada.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Unidos por las aves

Como todos los años, el 9 de mayo se celebra en el mundo el día de las aves migratorias, festejo que resalta los diferentes valores que tienen para nuestra sociedad las aves silvestres.

El fenómeno anual de la migración de aves ha despertado nuestra curiosidad desde tiempos remotos. De unas 10,000 especies que viven en el planeta, casi un tercio se considera migratoria. Albatros y petreles, patos y cisnes, flamencos, aves de presa, chorlos, tiránidos y golondrinas, son algunos de los tantos grupos migratorios. Y las que concretan las mayores distancias -en algunos casos de hasta 15.000 kilómetros- son aves del hemisferio norte que al ver congelados sus territorios deben procurarse nuevas áreas donde continuar su ciclo vital.

En este derrotero, las aves se guían por la posición del sol y accidentes geográficos en el caso de las que migran de día o bien por las estrellas, para las que migran de noche. Y mayormente usan como carriles los grandes sistemas fluviales o las costas del continente, en las llamadas rutas migratorias.

En estas gestas aéreas, donde unen varios países y no reconocen fronteras políticas, las aves deben hacer paradas obligadas donde recuperan energía y alimento. Para ello, en nuestro país, es imprescindible la protección de sitios claves como Punta Rasa (Prov. de Buenos Aires), Mar Chiquita (Córdoba), San Antonio Oeste (Río Negro) o Bahía San Sebastián (Tierra del Fuego), que garantizan sitios de arribo a numerosos chorlos y gaviotines.

Esta especies, que nos visitan desde septiembre a marzo, además de cumplir una misión clave en los ecosistemas, son una posibilidad extraordinaria para impulsar el denominado turismo de aves, tal como lo está contemplando la Secretaría de Turismo de la Nación en una alianza estratégica con Aves Argentinas.

El estado de las aves migratorias es también un termómetro de nuestras acciones globales de conservación. Casualmente, una de las dos especies de aves extintas del planeta y que habitaba nuestro país fue el Chorlo Polar, que migraba desde Estados Unidos donde llegaba a oscurecer el cielo con sus bandadas antes de arribar a nuestras pampas.

Otras, como el aguilucho langostero, tuvieron que enfrentar en el verano de 1995-1996 la mortandad de 20,000 individuos por el uso de plaguicidas prohibidos. El accionar conjunto de gobiernos, empresas, propietarios y ONGS pudieron con inteligencia revertir una de las mayores tragedias ambientales del siglo XX.

Hoy algunas especies migratorias necesitan de nuestra ayuda urgente. Es el caso del Cauquén Colorado, una especie de ganso silvestre del que apenas sobreviven unos 900 individuos en la Argentina continental -hay otra población en las Islas Malvinas-. La especie está críticamente amenazada por actividades de caza no reguladas en el sur de la provincia de Buenos Aires.

En este sentido es imprescindible la prohibición total de caza de esta especie, y de los Cauquenes Común y Real, con quienes anualmente llega en otoño desde los gélidos ambientes de la Patagonia a los pastizales bonaerenses.

Impulsar y sostener esta medida en las temporadas siguientes y ampliada a todos los partidos de la provincia, contribuirá a recuperar esta especie. Y, de alguna manera, también será uno de mejores regalos para celebrar su día y agradecer que sigan intentando unirnos con sus vuelos, aunque muchas veces no las veamos.

La Espera

Verás pasar los días y en tu cuerpo
Crecerán las lunas y los soles
Y en tus labios vibrarán las emociones
Y tus ojos tratarán de ver por dentro.

Andarás nueve meses aunque entera
Doblegada por tu llanto y por tu peso
Ayudada por la fuerza de los besos
De quien junto a tu ilusión también espera.

Sentirás sus latidos preocupada
Y soñando con quien duerme en tu cintura
Palparás y volverás a ser criatura
Y hablarás con los duendes y las hadas.

Aquí esta selva sufre y canta
Y en el aire florece solo vida
Yo no dejo de pensar en la armonía
Que se gesta todavía allí en tu panza.

Y contigo espero que amanezca
Ese día que alimenta más tu goce
Y que abriéndose en tu cuerpo con su roce
Ambos lloren y se abracen de alegría.

Andrés Bosso

3 momentos en ecuador

1. Cuando íbamos al parque nacional Cotopaxi, el camino de acceso era de tierra. Y en uno de sus tramos, cada veinte metros, había mendigos. Bien menuditos. Sentados en medio de la senda, arrodillados, otros parados y apoyándose en un bastón. Exhibiendo las distintas formas en que un ser humano puede esperar la muerte. Y con sus gorritos procuraban monedas de los conductores de las cuatro por cuatro que, generosos o indiferentes, igualmente los llenábamos de polvo. Sus caras estaban desfiguradas, y los pocos dientes que tenían era lo único que les brillaba y contrastaban con sus almas oscurecidas por la maldad con la que construimos nuestro mundo miserable.

2. Durante un atardecer en Quito vi una nube que se encendía en el cielo. Y que cubría toda la ciudad. Desde el Pichincha volaba despacio por sobre los techos de tejas. Era como un zepellin natural. La mitad de la nube era naranja. La otra mitad blanca. Fue apenas un segundo. Un segundo hermoso.

3. El sol resplandecía. Estaba con un amigo tirado en un sillón recubierto de un mantel otavaleño. El poniente era invisible por la fuerza del sol. En Quito no hay persianas. Solo cortinas, de color crudo, que se bajan con una soguita que atas a unas manivelas en la pared. A medida que bajaba el fuego del cielo, bajábamos la tela. Y a medida que bajábamos la tela, se caían nuestros ojos. Nuestros párpados que ocultaban el tendal que varios vasos de ron iban dejando en nuestra siesta vespertina. Nos quedamos dormidos. El, con el vaso en la mano y la cabeza echada hacia atrás. Yo, doblado sobre mi brazo izquierdo que al despertar me hizo recordar durante el resto del día ese momento paja. Atardecimos pensando en América.