miércoles, 23 de junio de 2010

Titina

En Golem, el escritor argentino refería Si como el griego dice en el Cratilo / el nombre es arquetipo de la cosa / en la letras de rosa está la rosa / y todo el río en la palabra Nilo.

En un camino uruguayo, no importa donde, conocimos a Titina. Apareció de repente su cabello blanco como una nube. Nos abrazó con su charla sobre el paraje, las leguas a Malabrigo, la lealtad de su perro Maluco. Así descubrimos las virtudes de su nombre. Nombre de serpetina, de campanita de cristal tintineando, de gotas de lluvia sonriendo en el chaperío de su rancho, de la cajita musical que tenían nuestros abuelos.

Cuando escribo estas líneas, Isla, que su nombre también la honra, me empuja del teclado para sumergirse en los secretos de Barbie. Pero Titina es nuestra muñeca, aunque su vida no sea color de rosa. Titina, un hada auténtica y soberana en la campiña charrúa.

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