Fue un 9 de julio, a las doce cero cinco de la mañana. El día y la hora que eligió para romper las cadenas y cambiar de vía. Como lo hace un país cuando se independiza. O piensa que.
Una soga impecable, bien sobada, gruesa como un brazo, lo sostenía. Era un columpio de tristeza. Con su campera marrón ensombreció una mañana. Murió como todos, mirando a Retiro.
Ahora quiero pensar que se llamaba Gervasio, Gervasio Martínez, y que rebautiza a la estación que me atraviesa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario