sábado, 11 de septiembre de 2010

El puente de los suspiros

Fue un 9 de julio, a las doce cero cinco de la mañana. El día y la hora que eligió para romper las cadenas y cambiar de vía. Como lo hace un país cuando se independiza. O piensa que.

Una soga impecable, bien sobada, gruesa como un brazo, lo sostenía. Era un columpio de tristeza. Con su campera marrón ensombreció una mañana. Murió como todos, mirando a Retiro.

Ahora quiero pensar que se llamaba Gervasio, Gervasio Martínez, y que rebautiza a la estación que me atraviesa.

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