A las familias Lanham, Fogg y Hutton
Hoy hablan las manos.
La diestra y la siniestra se palpan y se funden
se invitan a pasear,
a recorrerse por las vías de sus venas.
Y se abrazan como hermanas exiliadas.
De repente acarician nuestros ojos 
para que imaginemos horizontes compartidos
y soñemos que en tierras lejanas hay pueblos cercanos
y que entre cercos vivos y alambrados 
hay miradas vecinas, que se cruzan, se vigilan y desean.
Así¬ entreveo que nuestras llanuras tienen cuchillas y cuchillos
que compartimos aperos y relinchos
que nos somos comunes.
Al alba una mirada navega lento por el Cam 
para retomar el Luján y desembocar en el Plata. 
Los palmares de Corrientes tienen acento gringo 
y los paisajes de Aberdeen respiran criollo al atardecer. 
Acaso en Londres, a las cinco en punto, hay un mate cebado por un Lord, 
mientras un caballo es montado con aristocracia 
en una cañada del Salado.
Los tientos de nuestras culturas nos enlazan. 
Lazos.  Entre campesinos y gauchos.  
Entre cielos infinitos y rodeos, 
entre lanas, barcos y ladrillos. 
Lazos entre gringos y criollos. 
Guillermo Hudson, gracias a quien galopan nuestros campos, fue el que más supo de ellos. Quien más nos enredó con sus historias de vuelos pampas. 
Y Cunningham Graham intentó remontarnos aún más alto con los barriletes de sus leyendas.
Sueño con un mundo sin banderas 
donde solo flamee el deseo 
de que esas manos patrias 
sigan estrechándose.
Andrés Bosso
 
Gracias! xxxx
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